Un misterio manifestado
"Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el SEÑOR nos ha manifestado" (Lucas 2.15).
Cuando un ángel anunció el nacimiento de JESÚS a unos pastores que guardaban sus rebaños en la misma región de Belén, repentinamente en la noche, apareció una multitud de las huestes celestiales alabando a DIOS y exclamando: "¡Gloria a DIOS en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!" (Lucas 2.8-14).
Ante esta manifestación celestial, los pastores se pusieron de acuerdo, y decidieron ir a la ciudad de Belén para ver esto que había acontecido, y lo que el SEÑOR les había manifestado (Lucas 2.15). La Escritura además nos dice, que ellos fueron "... apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre" (Lucas 2.16). Estos pastores pudieron ver, lo que más tarde el apóstol Pablo llamaría: 'un misterio'.
"E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: DIOS fue manifestado en carne, justificado en el ESPÍRITU, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria" (1° carta a Timoteo 3.16).
DIOS nos amó de tal manera, que nos mostró Su paz y Su buena voluntad a cada uno de nosotros (Lucas 2.14b). ¡Qué maravilloso y grande misterio: Nuestro Salvador vino en carne, para que todo aquel que cree en ÉL sea salvo! (Hechos 16.31).