Testigos del nacimiento de JESÚS (3)
"Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de ÉL" (Lucas 2.33).
Cuando se cumplieron los días de la purificación de María y José (conforme a la ley), llevaron a JESÚS a Jerusalén para presentarlo al SEÑOR (Lucas 2.21-24). Y la Escritura nos dice también, que en aquella ciudad, había dos personas que sabían muy bien quien era ese niño que había nacido. Así que, ellos también eran testigos de que el HIJO de DIOS había venido en carne (1° carta de Juan 4.2).
Uno de ellos era Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba al Mesías. Él tomó en sus brazos al niño JESÚS y bendijo a DIOS, diciendo: "Ahora, SEÑOR, despides a tu siervo en paz, conforme a Tu Palabra; porque han visto mis ojos Tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de Tu pueblo Israel" (Lucas 2.29-32). Además de esto, Simeón también bendijo a María y a José, y le dio a ella una profecía acerca de lo que sucedería en la cruz del calvario (Lucas 2.25-35).
Otra de las personas que fue testigo de que el SALVADOR había venido en carne, era Ana. Ella era una profetisa de edad muy avanzada, que pudo dar gracias a DIOS, pues había visto al SALVADOR. Ana también se ocupó de hablar del niño a todos aquellos que esperaban la Redención; los cuales, podemos decir que también fueron testigos de que el SALVADOR del mundo, había venido a esta tierra (Lucas 2.36-38).
Nosotros, como creyentes en JESÚS, no hemos visto Su nacimiento; sin embargo, por la fe, hemos tenido el privilegio de que nazca en nuestros corazones. Es por eso, que nos unimos a la proclamación de Simeón, y lo hacemos con gratitud: "Han visto mis ojos Tu salvación" (Lucas 2.30). Y además de esto, le anunciamos al mundo, que hay salvación para todo aquel que cree en ÉL (Hechos 16.31).