Somos la luz del mundo
"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro PADRE que está en los cielos" (Mateo 5.14-16).

La Escritura nos enseña que así como JESÚS es la luz del mundo (Juan 8.12), nosotros también como creyentes en CRISTO, somos la luz del mundo. Y lo somos porque la luz del Evangelio nos ha alcanzado. Por otra parte, la luz del Evangelio no se debe esconder de los demás, ni debe apagarse, ni debe ser vacilante en nuestra vida, sino que debe brillar con total claridad ante un mundo que está en oscuridad (Mateo 5.14-16).
Cuando el apóstol Pablo les escribió a los hermanos en la fe que se encontraban en Éfeso, les dijo: "Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el SEÑOR; andad como hijos de luz" (Efesios 5.8).
Quienes seguimos a JESÚS no andamos en tinieblas, pues tenemos la luz de la vida (la luz de CRISTO) en nosotros (Juan 8.12).
Así que, como creyentes en JESÚS, debemos vestirnos del SEÑOR JESUCRISTO (Romanos 13.14), para no hacer lo que queremos sino lo que DIOS quiere que hagamos (Gálatas 5.16-17). Esto significa que debemos mostrar a JESÚS con nuestras vidas (1° carta de Pedro 2.9-10).