Para que ardan nuestros corazones

26.06.2024

"Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?" (Lucas 24.32).

  El mismo día que JESÚS resucitó, dos discípulos se dirigían a una aldea que se llamaba Emaús. Y mientras ellos iban hablando sobre lo que acababa de acontecer, JESÚS mismo se acercó a ellos. Sin embargo, estos discípulos no se dieron cuenta de que el SEÑOR resucitado iba con ellos; así que, ellos le contaron a JESÚS acerca de JESÚS (Lucas 24.13-24).

  Ellos estaban tristes por lo que había sucedido con JESÚS (Lucas 24.17), y aunque estaban asombrados por las cosas que les habían contado los demás, no las creían (Lucas 24.22 y 25). Cleofas y el otro discípulo, no comprendían que JESÚS debía morir en la cruz por nuestros pecados y resucitar al tercer día.

  En ese momento, JESÚS interviene en lo más profundo de sus corazones y les abre las Escrituras, mostrándoles que era necesario que todo aconteciese de esa manera (Lucas 24.25-31). Ahora, ellos creían y ya no estaban tristes; llegaron a comprender el propósito de JESÚS. Así que, se volvieron a Jerusalén y les contaron a los once y a todos los que estaban allí, todo lo que había sucedido en el camino a Emaús y de cómo le habían reconocido (Lucas 24.32-35).

  Hoy... el SEÑOR nos habla a cada uno de nosotros, abriéndonos las Escrituras en nuestras vidas, para que así ardan nuestros corazones y comprendamos la perfecta voluntad del SEÑOR (Efesios 3.14-19).

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