Oremos por los demás
"Doy gracias a mi DIOS siempre que me acuerdo de vosotros" (Filipenses 1.3).
El apóstol Pablo amaba en gran manera a los hermanos en la fe que se encontraban en Filipos; y en su carta a esta iglesia, habla de esto. Para él, no era un hecho trivial decirlo públicamente, sino todo lo contrario; en el corazón de Pablo estaba la marca positiva de ellos, de cómo había comunión entre ellos, de cómo defendían el Evangelio, etc.
La oración de Pablo por sus hermanos en la fe, era para agradecer con gozo por cada uno de ellos; y al mismo tiempo, recordarles que el mismo SEÑOR que había iniciado una obra en sus vidas, no dejaría de hacerlo, sino que trabajaría en ellos hasta el regreso de JESÚS (Filipenses 1.3-11).
Cada vez que nosotros oramos al SEÑOR, solemos acordarnos de nuestros hermanos/as en la fe. A veces es para pedirle al SEÑOR que los fortalezca, otras veces por sanidad, otras veces para agradecerle al SEÑOR por la obra que hacen, o por su amistad para con nosotros. Y cualquiera sea el motivo que tenemos para orar por ellos, lo hacemos con alegría; pues sabemos que el SEÑOR está atento a nuestras oraciones, y que obrará de acuerdo a Sus planes y propósitos. Las oraciones no son un estorbo para el SEÑOR, sino que son como un agradable aroma que llega delante de ÉL (Salmo 141.2).
El SEÑOR trabaja en nuestras vidas para moldearnos y hacernos más semejantes a ÉL; y esto será así hasta Su pronto regreso. Nosotros, mientras tanto, sigamos orando unos por otros (Efesios 6.18); y también por aquellos que no conocen al SEÑOR.