Nuestra oración por otros
"Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad" (1° carta a Timoteo 2.1-2).
Cada día, los creyentes en JESÚS, tenemos el maravilloso privilegio de poder acercarnos al SEÑOR con total libertad; y allí, en Su Presencia, expresarle nuestro amor, nuestro agradecimiento, nuestras peticiones, nuestras ganas de servirle, etc.
Pero no solo podemos elevar nuestras oraciones al SEÑOR por nosotros mismos, sino que podemos hacerlo también por cualquier otra persona, ya sean aquellos que pertenecen a nuestro círculo familiar, o amigos, o conocidos; incluso, podemos orar por nuestro país, por las naciones, etc. Y hacer estas oraciones son también un maravilloso privilegio.
Es la misma Escritura que, a través del apóstol Pablo, nos exhorta a orar por todas las personas: "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad" (1° carta a Timoteo 2.1-2).
Esta tarea, de orar por otros, muchas veces es difícil, sin embargo, es muy necesaria delante de DIOS.
La Escritura lo expresa con estas palabras: "Porque esto es bueno y agradable delante de DIOS nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1° carta a Timoteo 2.3-4).