Llamados a una nueva vida
"Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti" (Hechos 26.16).
Todos sabían que el apóstol Pablo había sido en otro tiempo (antes de conocer a JESÚS), perseguidor de la iglesia del SEÑOR, al punto de asolarla. Su persecución era extrema, buscando que de cualquier manera, la obra del SEÑOR sea destruida (Hechos 8.3). Sin embargo, por la Gracia del SEÑOR, él fue rescatado. El SEÑOR lo llamó, lo salvó y le dio un propósito mucho más excelente, y totalmente contrario a la vida que vivía sin CRISTO. Él, ahora debía predicar el Evangelio del SEÑOR a los gentiles (personas que no pertenecían al pueblo de Israel) (Gálatas 1.13-16a).
Por mucho tiempo, Pablo había estado convencido de que era correcto perseguir a la iglesia del SEÑOR (Hechos 26.9-11). Pero sus pensamientos, convicciones y seguridad, no eran correctos y el SEÑOR se encargó de mostrarle el camino verdadero (Hechos 9.1-6). Su mente, su corazón y su vida entera, fueron transformados por la Gracia del SEÑOR. Ahora Pablo, debía ser obediente al llamado del SEÑOR y así lo hizo (Hechos 9.20). Dejó su antigua manera de vivir para vivir según la voluntad de DIOS.
Los creyentes en JESÚS, antes de conocerlo, hemos tenido también una manera de vivir; pensábamos que nuestra vida estaba bien, y que no le hacíamos mal a nadie. Pero el SEÑOR nos llamó y trajo luz a nuestras vidas (1° carta de Pedro 2.9-10).
Hoy nuestras vidas tienen un propósito (dado por ÉL): anunciar el Evangelio (Mateo 28.19-20). Es por eso que debemos ser fieles y obedientes al SEÑOR, viviendo por Su Gracia, Su perfecta voluntad.