Las promesas de DIOS y nuestra reacción
"Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de DIOS, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a DIOS" (Romanos 4.20).
¿Cuál es nuestra reacción ante las promesas de DIOS? ¿Será que nos invade la duda cuando vemos un aparente retraso en el cumplimiento de Sus promesas? ¿Será que somos incrédulos y no creyentes en JESÚS?
Por un lado, debemos comprender que hay algunas promesas que el SEÑOR ha hecho, que se cumplirán sin importar si las creemos o no (por ejemplo Su segunda venida). Y por otra parte, debemos comprender también que hay algunas promesas que ha hecho el SEÑOR, que tienen el requisito de que las creamos, para que así sean aplicables a nuestra vida. Y en este sentido, podemos considerar la promesa que el SEÑOR le hizo a Abraham, en cuanto a que tendría una descendencia muy numerosa, siendo que aún no tenía hijos.
Abraham era un hombre que conocía muy bien a DIOS; así que, no consideró su condición de ser un hombre de casi 100 años, ni consideró que su mujer era estéril, sino que le creyó a DIOS y lo hizo con firmeza (Romanos 4.18-19). Él tenía la seguridad de que DIOS podía cumplir Sus promesas.
La Escritura nos cuenta y nos invita a reaccionar con la misma confianza que tuvo Abraham cuando recibió la promesa del SEÑOR: "Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de DIOS, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a DIOS, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido" (Romanos 4.20-21).
Por eso, no debemos dudar cuando la Biblia dice que 'seremos salvos si creemos en el SEÑOR JESUCRISTO' (Hechos 16.31).