Garantía de salvación
"En ÉL también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en ÉL, fuisteis sellados con el ESPÍRITU SANTO de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria" (Efesios1.13-14).
Juan el bautista era un hombre que había sido enviado por DIOS para dar testimonio acerca de JESÚS (Juan 1.6-7). Él había estado predicando y bautizando en agua a todos aquellos que se arrepentían de sus pecados y creían en JESÚS (Marcos 1.4).
Cierto día, se acercó alguien muy distinto para ser bautizado; alguien que no necesitaba hacerlo. Sin embargo debía hacerlo, para poder cumplir toda justicia (Mateo 3.13-15).
Cuando Juan el bautista vio que aquel que se estaba acercando era JESÚS, exclamó: "He aquí el Cordero de DIOS, que quita el pecado del mundo" (Juan 1.29). Él nunca lo había visto; sin embargo, le había sido revelado por el SEÑOR, que JESÚS no solo era quien quitaba el pecado, sino también quien bautizaría con el ESPÍRITU SANTO (Juan 1.33).
JESÚS sigue siendo "el Cordero de DIOS, que quita el pecado del mundo" (Juan 1.29); esto es, a través de Su muerte en la cruz y Su posterior resurrección. Y cuando creemos en ÉL como nuestro SEÑOR y SALVADOR, somos sellados con el ESPÍRITU SANTO de la promesa (ese mismo ESPÍRITU con el cual JESÚS bautiza). Y esa es la garantía de que somos salvos por toda la eternidad (Efesios1.13-14).