¡Cuántas bendiciones!

23.11.2023

"Bendice, alma mía, a JEHOVÁ, y no olvides ninguno de Sus beneficios" (Salmo 103.2).

  El SEÑOR siempre se ocupa de aquellos que hemos sido rescatados por la Sangre de CRISTO (Sus hijos); no porque lo merezcamos, sino debido a quién es ÉL. Su Gracia y Misericordia nos alcanzan cada día, mostrándonos así Su Amor.

  David habló de las bondades del SEÑOR, y lo expresó de esta manera: DIOS perdona nuestras iniquidades, sana nuestras dolencias más profundas del alma (muchas veces también las dolencias físicas), rescata nuestras vidas del pozo más profundo en que nos encontramos, y nos llena de favores y misericordias cada día (Salmo 103.3-4). Pero la lista de bondades es más larga; y al leer el resto del Salmo 103, como así también el resto de las Escrituras, encontraremos muchas más de esas bondades que provienen del SEÑOR.

  El rey David había sido testigo de las bondades del SEÑOR, así que decía con alegría: "Bendice, alma mía, a JEHOVÁ, y bendiga todo mi ser Su Santo Nombre. Bendice, alma mía, a JEHOVÁ, y no olvides ninguno de Sus beneficios" (Salmo 103.1-2).

  Tenemos un DIOS que siempre ha sido bondadoso con nosotros, y lo seguirá siendo por causa de ÉL mismo. Así que, al igual que David, lo alabamos y decimos: "Bendice, alma mía, a JEHOVÁ, y no olvides ninguno de Sus beneficios" (Salmo 103.2).

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